Yo era un combatiente del Ejército Rojo, era muy joven para
estar en un ejército, pero dadas las condiciones, me aceptaron en una unidad,
cuando los alemanes atacaron a la Madre Patria perdí a mis padres y hermanos,
estaba solo, continué luchando, después de los sucesos y resistencias de
ciudades como Leningrado y Stalingrado, veía a mis compañeros caer, era lo más
normal del mundo, avanzábamos; nuestro objetivo era Berlín.
Entre esos sucesos de sangre y fuego, gemidos de dolor,
carne siendo desgarrada, fue cuando lo vi, sé que es imposible de creer, pero
el mato sin que lo noten a cientos de soldados.
La inquietud de saber quién era el francotirador que
producía tantas bajas, entre los altos mandos, causaba temor entre las filas,
ya que ninguna de sus víctimas sobrevivía.
Septiembre, 1943; Cuando
Jarkov caía a nuestro favor, los alemanes se retiraban con muchas bajas,
con mi unidad teníamos la orden de
acompañar a un tanque T-34, por la noche
lúgubre, los cuervos desgarraban un cuerpo, felices de tal festín, desgraciado
aquel hombre al que sus compañeros abandonaron.
Me descuide un momento y una bala rozo mi cara, e impacto
contra el comandante de nuestra sección, el tanque se detuvo y nos cubrió, la
herida de la bala no parecía común, el agujero se hacía más grande, los ojos
desorbitados se tornaban de un color negro, pero se reía a carcajadas
diabólicas y penetrantes.
Otra compañero mío cayó, por una sola bala, estábamos
confundidos no sabíamos su posición; y fue disparando uno por uno. Los disparos
sórdidos tenían de diferentes posiciones, y sus blancos, los cuerpos humanos
caían.
Hasta que quede solo, en un ambiente de enfermos mentales
riéndose de su muerte, gritos de felicidad, cuando están muriendo, oculto
debajo del tanque que nos protegía, destruido, asustado, viendo como los que
fueron mi familia, mis compañeros, reían y morían con un estrepitoso dolor que
les hacía gritar chirridos que exasperan la mente te trastorna.
Cuando todos expiraron salí de mi cobertizo y corrí como lo
haría cualquier persona que vivió escenas tan dramáticas, pero eso no era todo,
un tropezón me hizo encontrarme con ese ser.
Me orine del miedo.
Ahí estaba, sus ojos rojos y penetrantes me miraron. Pero no tenía
cuerpo, era parte de la oscuridad, tan difícil de ubicarlo; eso no era humano,
con la débil luz de la luna aprecie su fusil, un Kar98 con mira telescópica.
No pude apreciar sus manos, ni su rostro, solo esos ojos
rojos. En un segundo de silencio desapareció, me levante y corrí a informar,
todo lo que sucedió.
Estaba vivo; como es posible me preguntaron, y hasta ahora
no puedo comprender porque fui el único sobreviviente de tal masacre. No lo
volví a ver, fue su última aparición, dicen que desapareció o que murió, como
toda bestia. Pero no es así, yo sé que él está vivo, vigilándonos desde las
sombras, porque él no es un ser propio, él es parte de la oscuridad.