sábado, 27 de febrero de 2016

The sniper



Yo era un combatiente del Ejército Rojo, era muy joven para estar en un ejército, pero dadas las condiciones, me aceptaron en una unidad, cuando los alemanes atacaron a la Madre Patria perdí a mis padres y hermanos, estaba solo, continué luchando, después de los sucesos y resistencias de ciudades como Leningrado y Stalingrado, veía a mis compañeros caer, era lo más normal del mundo, avanzábamos; nuestro objetivo era Berlín.
 
Entre esos sucesos de sangre y fuego, gemidos de dolor, carne siendo desgarrada, fue cuando lo vi, sé que es imposible de creer, pero el mato sin que lo noten a cientos de soldados.

La inquietud de saber quién era el francotirador que producía tantas bajas, entre los altos mandos, causaba temor entre las filas, ya que ninguna de sus víctimas sobrevivía.

Septiembre, 1943;  Cuando Jarkov caía a nuestro favor, los alemanes se retiraban con muchas bajas, con  mi unidad teníamos la orden de acompañar a un tanque T-34,  por la noche lúgubre, los cuervos desgarraban un cuerpo, felices de tal festín, desgraciado aquel hombre al que sus compañeros abandonaron.

Me descuide un momento y una bala rozo mi cara, e impacto contra el comandante de nuestra sección, el tanque se detuvo y nos cubrió, la herida de la bala no parecía común, el agujero se hacía más grande, los ojos desorbitados se tornaban de un color negro, pero se reía a carcajadas diabólicas y  penetrantes.

Otra compañero mío cayó, por una sola bala, estábamos confundidos no sabíamos su posición; y fue disparando uno por uno. Los disparos sórdidos tenían de diferentes posiciones, y sus blancos, los cuerpos humanos caían.

Hasta que quede solo, en un ambiente de enfermos mentales riéndose de su muerte, gritos de felicidad, cuando están muriendo, oculto debajo del tanque que nos protegía, destruido, asustado, viendo como los que fueron mi familia, mis compañeros, reían y morían con un estrepitoso dolor que les hacía gritar chirridos que exasperan la mente te trastorna.

Cuando todos expiraron salí de mi cobertizo y corrí como lo haría cualquier persona que vivió escenas tan dramáticas, pero eso no era todo, un tropezón me hizo encontrarme con ese ser.

Me orine del miedo.  Ahí estaba, sus ojos rojos y penetrantes me miraron. Pero no tenía cuerpo, era parte de la oscuridad, tan difícil de ubicarlo; eso no era humano, con la débil luz de la luna aprecie su fusil, un Kar98 con mira telescópica.

No pude apreciar sus manos, ni su rostro, solo esos ojos rojos. En un segundo de silencio desapareció, me levante y corrí a informar, todo lo que sucedió.

Estaba vivo; como es posible me preguntaron, y hasta ahora no puedo comprender porque fui el único sobreviviente de tal masacre. No lo volví a ver, fue su última aparición, dicen que desapareció o que murió, como toda bestia. Pero no es así, yo sé que él está vivo, vigilándonos desde las sombras, porque él no es un ser propio, él es parte de la oscuridad.
 

Relato-confesion II



En la realidad no sabría qué decir, como ocurrió aquello no estaba bajo el efecto de ninguna sustancia, iba conduciendo mi carro, sobre la Av. 25D, venia de regreso de una conferencia con mi amigo del trabajo, la avenida pasaba por un pequeño bosque, debieron ser las 10:00.


Puse en reproducción un playlist de rock, con mi acompañante reíamos de cosas del trabajo el bromeaba con mi blusa que estaba muy escotada y que el jefe no quitaba la vista, y cosas por el estilo, no recuerdo bien ese momento, lo prometo, vi borrosa la carretera, como si estuviese mareada, la radio empezó a hacer un sonido estridente, un chirrido insoportable; creo que me grito que lo apagara, le hice caso, el reloj del carro daban las 03:00, eso era imposible, si apenas salimos  hace media hora de allí, me dolía la cabeza no pensaba; avance unos metros y atropelle algo, pare el auto.


Mi acompañante me miro; asustado-me dijo: Viste que fue.

No le respondí estaba asustada, me propuse a bajarme, mis piernas no respondían, se lo hice saber, él estaba asustado; la expresión en su cara lo delataba.

Seguía  doliéndome la cabeza, él se bajó del carro, y vino corriendo riéndose.

Me dijo-Dame la cámara, parece que atropellaste a un ovni… y volvió se disponía a abrir la puerta. 

... 


Se lo llevo, aquel ser extraño, que no alcance a ver, se lo llevo, solo alcance a oír sus gritos, y el silencio se apoderó de mis oídos, el acelerador me alejo de esa escena escalofriante, no pare, no mire atrás, como se no me importara, me aleje con prisa; llegue a una comisaria, ahí fue donde dije todo lo que sabía.

El cuerpo nunca fue encontrado, solo la cámara que contenía todavía sangre suya, fue destruida…